Retrato en blanco y negro de Ren Gill dentro de un taxi, mirando pensativo por la ventana mientras lleva una camisa blanca y corbata aflojada.

Ren Gill y Sick Boi: cuando la música se convierte en verdad

¡Hola, exploradores!

Hoy os traigo algo un poco distinto, pero muy especial. Anteriormente, hemos hablado de bandas emergentes o de curiosidades. Pero esta vez, me apetecía detenerme en la figura de un artista que, sinceramente, me ha sorprendido bastante. No es fácil encontrar música que no solo suene bien, sino que, además, sea así de profunda.

Hoy os hablo de Ren Gill, conocido simplemente como Ren, un artista que tiene una característica especial, su música no es cómoda, suena real.

Descubrí a Ren hace unos meses en TikTok, y me llamo la atención, así que me puse mis cascos de los domingos, me senté en mi sofá, y lo busque en YouTube.

No tarde en encontrar un video, la miniatura era Ren, con una guitarra, en lo que parecía ser una sala de hospital o un estudio improvisado, y el título simplemente decía «Hi Ren».

No tenía ni idea de qué iba, ni el género, ni el contexto, le di al Play, y al momento ya estaba completamente dentro.

Me encontré con una interpretación honesta, casi teatral, donde él mismo se enfrenta a sus demonios internos, literalmente, hablando consigo mismo, en un monólogo dual que me recuerda a «El señor de los anillos».

Ren no canta, Ren expone, se expone con su guitarra como único acompañamiento, va cambiando voces, gestos, emociones… y uno siente que está invadiendo algo muy íntimo, como si nos hubiéramos colado en su terapia personal. Pero lo increíble es que, de alguna manera, también parece nuestra.

Y claro, después de esa canción, no pude parar. Me puse a investigar. ¿Quién es este tipo? ¿De dónde ha salido? Ahí fue cuando descubrí su historia, que parece sacada de una novela.

Ren es galés, y aunque lleva años haciendo música, su carrera ha estado marcada, o más bien, obstaculizada, por una larga lucha con una enfermedad de Lyme que no solo le afectó físicamente, sino que lo dejó fuera del sistema médico durante años. Diagnósticos erróneos, tratamientos que empeoraban su estado, meses y meses postrado, aislado, incluso recluido en clínicas especializadas fuera de su país. Durante mucho tiempo, su realidad fue el dolor, la incomprensión y el silencio.

Pero en lugar bajar los brazos, grabó, compuso y escribió. Y no desde la rabia gratuita ni tampoco la melancolía, sino desde un lugar mucho más complejo, el de quien ha tocado fondo y, desde ahí, ha empezado a construir algo nuevo con las piezas rotas.

Este contexto lo cambia todo. Porque cuando uno escucha canciones como “Sick Boi”, “Genesis” o “Illest of Our Time”, no está escuchando simplemente música urbana o rock alternativo: está asistiendo a una narración viva, un testimonio directo desde la fragilidad más absoluta. Lo interesante es que no hay pretensión. No hay victimismo. Hay exposición cruda y sin adornos. Y eso, en estos tiempos tan editados, tan filtrados y tan cuidados, se agradece como pocas cosas.

Lo curioso es que Sick Boi, más que un disco al uso, se presenta como un mapa emocional, como si fuera una especie de diario de viaje por una mente en recuperación. Cada canción, cada fragmento, parece un pedazo de Ren lanzado con violencia al oyente. No es un álbum que busque agradar: busca purgar.

El tema que le da nombre al disco, “Sick Boi”, es una declaración de principios. Desde el primer segundo, la producción nos lleva a un lugar oscuro, casi asfixiante, donde los beats son secos y clínicos, y la voz de Ren suena como si hablara desde una sala blanca de hospital. Pero a la vez hay groove, hay ritmo, hay flow. Y es que Ren domina la dicción, el fraseo, el tono, es un narrador antes que un cantante, pero no por ello deja de ser musical. Es un rapero técnico, sí, pero también un storyteller brutal. En esta canción se enfrenta directamente al estigma de su enfermedad, al sistema de salud que lo desatendió, y a una sociedad que juzga sin saber.

En “Genesis”, uno de los temas más potentes del disco, el enfoque es distinto. Aquí juega con los contrastes: versos densos, rápidos, cargados de referencias sociales, científicas, religiosas… y un estribillo que se abre, casi como un canto de liberación. La base instrumental tiene un aire cinematográfico, con cuerdas que suben y bajan como respiraciones. Es una canción que habla del origen y del destino, de la fragilidad humana, del caos mental, pero también de la belleza escondida en todo ese ruido.

“Animal Flow” es probablemente el corte más agresivo del álbum, tanto en forma como en fondo. Aquí Ren se transforma. Juega con su voz, cambia de registro constantemente, se convierte en personaje. La percusión es tribal, casi ritual, y el mensaje gira en torno a la liberación de los instintos, al caos del subconsciente, a la rabia acumulada. Visualmente, el videoclip de este tema es un festín simbólico, lleno de imágenes oníricas, animales, máscaras, barro. Es arte performativo, pero sin perder el punch musical.

En “What You Want”, Ren se quita de encima toda la teatralidad oscura que le conocemos para jugar, para soltarse, para mirar a cámara con una sonrisa medio irónica y decirnos: “sí, también sé pasármelo bien con esto”.

A primera vista parece una canción desenfadada, con ese rollo entre el indie acústico y el hip hop clásico, pero cuando te metes en ella te das cuenta de que está milimétricamente construida. Va cambiando de ritmo, de voz, de actitud, como quien se prueba distintas versiones de sí mismo.

Hay referencias pop por todas partes, el principe de bel air, las Tortugas Ninja, Beatie boys e incluso un “Hi Ren” camuflado que te hace pensar si no estamos, otra vez, ante un diálogo interno más profundo de lo que aparenta, pero todo eso lo hace sin perder el toque emocional.

El vídeo, con ese ojo de pez que parece sacado de una maqueta de skate, refuerza esa sensación de espontaneidad y frescura. Pero no te confundas: detrás de toda esa energía hay un tipo que sabe muy bien lo que hace, que juega con los recursos del rap como si fueran piezas de Lego, que se ríe y a la vez te deja pensando. Porque al final, más allá del ritmo, lo que te lanza no es solo la pregunta “¿qué quieres?”, sino algo más sutil: ¿quién eres cuando lo estás pidiendo?

Es complicado encasillar a Ren en un género, y eso es parte de su fuerza. En su música hay rap, hay spoken word, hay rock alternativo, hay algo de folk, algo de punk, algo incluso de música clásica en su estructura narrativa. Es como si hubiera absorbido todas las influencias posibles y las hubiera exprimido en algo que solo puede ser descrito como “Ren”.

Pero lo que más llama la atención no es el estilo, sino el mensaje. La forma en que nos enfrenta a temas como la salud mental, la fragilidad del cuerpo, la burocracia médica, el dolor físico y emocional, sin filtros ni condescendencia.

Y quizás eso sea lo que más resuena en estos tiempos. Que alguien se atreva a ser tan transparente, tan honesto, es un acto radical en un mundo que nos empuja a fingir que todo va bien, Ren llega y dice: “No estoy bien. Pero aquí estoy. Y esto es lo que tengo que decir.”

Y así, exploradores, terminamos esta pequeña inmersión en el universo de Ren Gill, un artista que no solo escribe canciones, sino que construye mundos donde muchos nos hemos sentido reflejados. Su música no es cómoda ni fácil, pero es honesta, y en estos tiempos, eso ya es un acto de rebelión.

Si no lo conocíais, ojalá este artículo, os haya despertado la curiosidad suficiente como para escucharle con atención, sin prisas ni distracciones, y si ya le teníais en el radar, contadnos qué temas os han tocado más y por qué. Nos encantará leeros.

¡Que la música os acompañe!

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